Una escena en la que la arrogancia de la escultura parece hacer bajar la cabeza al pobre caminante. El procesado con ese leve toque cálido (un poco sepia?) me gusta. Un abrazo Josep.
Ese hombre, querido Luis, parecía desoir, con su andar decidido y vigoroso, esa arrogante presencia, esa grotesca mano que más que una promesa parece una amenaza.
Una escena en la que la arrogancia de la escultura parece hacer bajar la cabeza al pobre caminante. El procesado con ese leve toque cálido (un poco sepia?) me gusta. Un abrazo Josep.
ResponderEliminarEse hombre, querido Luis, parecía desoir, con su andar decidido y vigoroso, esa arrogante presencia, esa grotesca mano que más que una promesa parece una amenaza.
ResponderEliminarAbrazo grande, Luis.