Me encanta, todo es muy raro, hay muchos elementos dispares que mirar, lo que crea una sensación de extrañeza. La mujer rubia sale, pero frente a ella no parece haber salida...
Tal parece que sea el adentrarse lo que obra la salida, y así debe ser probablemente. Por lo demás, y por cuestiones del lenguaje, en el juego de la oca, que es trasunto fiel del juego de la vida, la salida no es el fin de nada sino el punto de partida. Es decir, que salir es entrar y viceversa. Así que no te extrañes de que esta imagen tan rara me haga decir cosas extrañas.
Comparto contigo, Eloy, la sensación de extrañeza que la imagen propone. Esa mujer supo ponerle armonía y algo de misterio al cruzar esa puerta. Por si fuera poco, la oca observa atentamente. recuerdo esos días por Arlés (Visa Pour l'Image) como un regalo de luz y sombras.
Unas naves antiguas convertidas en salas de exposiciones donde las fotografías expuestas parecían propiciar complicidades con las imágenes que proponía el entorno. Unas horas de esas en que todo se confunde gozosamente.
Me encanta, todo es muy raro, hay muchos elementos dispares que mirar, lo que crea una sensación de extrañeza. La mujer rubia sale, pero frente a ella no parece haber salida...
ResponderEliminarTal parece que sea el adentrarse lo que obra la salida, y así debe ser probablemente. Por lo demás, y por cuestiones del lenguaje, en el juego de la oca, que es trasunto fiel del juego de la vida, la salida no es el fin de nada sino el punto de partida. Es decir, que salir es entrar y viceversa. Así que no te extrañes de que esta imagen tan rara me haga decir cosas extrañas.
ResponderEliminarUn abrazo, Josep.
Comparto contigo, Eloy, la sensación de extrañeza que la imagen propone. Esa mujer supo ponerle armonía y algo de misterio al cruzar esa puerta. Por si fuera poco, la oca observa atentamente. recuerdo esos días por Arlés (Visa Pour l'Image) como un regalo de luz y sombras.
ResponderEliminarGracias por pasar.
Unas naves antiguas convertidas en salas de exposiciones donde las fotografías expuestas parecían propiciar complicidades con las imágenes que proponía el entorno. Unas horas de esas en que todo se confunde gozosamente.
ResponderEliminarUn abrazo, querido Xuan.