Pe, pe, pero... viví varios años en el 45 de la calle " Las armas", antes de que se convirtiera en lo que ahora es, según me dijo hace poco mi hermana. Eran, y supongo que siguen siendo, unas calles muy entretenidas, tan cerca del Pilar (y del Mercado Central, que quisieron derribar para que los coches entraran recto, seguro que alguna vez lo has pensado, cuando lo haces por el Puente de Santiago) .El mundo es un pañuelo muy grande.
El mundo es un pañuelo, tienes toda la razón, y a menudo no escrupulosamente limpio. Guardo un excelente recuerdo de los tres días que anduvimos, mi cámara y yo, bagabundeando por Zaragoza. Andar, comer, mirar y vuelt a empezar; fue un verdadero placer. En lo referente a la calle Las Armas y alrededores, efectivamente hay vida en ellas y gracias a los dioses que cada uno prefiera, no las derribaron. Precisamente, uno de los mayores encantos es el poco -y en algunas ninguno- tránsito que circulan por ellas. Por lo demás, querido amigo, y retomando lo del pañuelo, algún día nos hemos de encontrar.
Hay "Sacramentos", querido amigo, que ni las armas de ultimísima generación consiguen diezmar. Luego, claro, está la costumbre y los bancos que cohesian muchísimo. En lo de la tristeza, creo que tienes toda la razón. A menudo se me "cuela" en la mirada y aunque en ese momento esboze una media sonrisa, aprieto el disparador.
Genial escena, no se el que pesa més en l'imatge, el contrast del significat dels ròtuls, o el contrast del color de les parets amb la vestimenta i posat de les persones, ja per a rematar-ho l'asfalt moll i sec. Contradiccions com la vida mateixa. Salutacions.
Penso, com tu, que a la vida la paraula contradicció li escau com anell al dit. El que es va configurar en un moment en aquella cantonada, sens dubte ho era i força.
Moltes gràcies per la teva visita, Moncat, i una forta abraçada.
Pe, pe, pero... viví varios años en el 45 de la calle " Las armas", antes de que se convirtiera en lo que ahora es, según me dijo hace poco mi hermana. Eran, y supongo que siguen siendo, unas calles muy entretenidas, tan cerca del Pilar (y del Mercado Central, que quisieron derribar para que los coches entraran recto, seguro que alguna vez lo has pensado, cuando lo haces por el Puente de Santiago) .El mundo es un pañuelo muy grande.
ResponderEliminarUn abrazo
Las Armas guardan el Sacramento. Así da gusto. La foto, preciosa y, como casi siempre, triste.
ResponderEliminarEl mundo es un pañuelo, tienes toda la razón, y a menudo no escrupulosamente limpio. Guardo un excelente recuerdo de los tres días que anduvimos, mi cámara y yo, bagabundeando por Zaragoza. Andar, comer, mirar y vuelt a empezar; fue un verdadero placer. En lo referente a la calle Las Armas y alrededores, efectivamente hay vida en ellas y gracias a los dioses que cada uno prefiera, no las derribaron. Precisamente, uno de los mayores encantos es el poco -y en algunas ninguno- tránsito que circulan por ellas.
ResponderEliminarPor lo demás, querido amigo, y retomando lo del pañuelo, algún día nos hemos de encontrar.
Un abrazo, y gracias por tu visita.
Hay "Sacramentos", querido amigo, que ni las armas de ultimísima generación consiguen diezmar. Luego, claro, está la costumbre y los bancos que cohesian muchísimo. En lo de la tristeza, creo que tienes toda la razón. A menudo se me "cuela" en la mirada y aunque en ese momento esboze una media sonrisa, aprieto el disparador.
ResponderEliminarUn abrazo agradecido y grandote, Nán.
Esa pared es un todo un ensayo contra las armas y el sacramento.
ResponderEliminarUn abrazo, Josep
Fíjate en ese bolso, Xuan, el arma ideal por si el "sacramento" se tuerce un pelín….
ResponderEliminarGracias por tu viista y un abrazo grandote.
Genial escena, no se el que pesa més en l'imatge, el contrast del significat dels ròtuls, o el contrast del color de les parets amb la vestimenta i posat de les persones, ja per a rematar-ho l'asfalt moll i sec.
ResponderEliminarContradiccions com la vida mateixa.
Salutacions.
Penso, com tu, que a la vida la paraula contradicció li escau com anell al dit. El que es va configurar en un moment en aquella cantonada, sens dubte ho era i força.
ResponderEliminarMoltes gràcies per la teva visita, Moncat, i una forta abraçada.