Es cierto, Joaquín, que lo primero que me llamó la atención fue esa doble y contradictoria expresión de sus caras y de sus cuerpos. En una parecía merodear la sensualidad, la calma, el juego; en la otra el disgusto, la cerrazón, y el cansancio (me pareció que esa plata abollada había impactado más de una vez en cabezotas curiosas como la mía).
Paris es una suma sin posibilidad alguna de resultado: un todo cifras; y eso, para "enfermitos" como usted y un servidor, de las cosas de la luz, es una tentación irresistible.
La composición es estupenda. La diferente expresión, no solo facial sino también corporal, de ambas mujeres todo un poema.
ResponderEliminarParece el fotograma de una película de aventuras, de aviones bimotores y salacots, de riesgos, de desamores.
ResponderEliminarEn París todo es posible, o casi.
¡Qué foto, Josep!
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ResponderEliminarEs cierto, Joaquín, que lo primero que me llamó la atención fue esa doble y contradictoria expresión de sus caras y de sus cuerpos. En una parecía merodear la sensualidad, la calma, el juego; en la otra el disgusto, la cerrazón, y el cansancio (me pareció que esa plata abollada había impactado más de una vez en cabezotas curiosas como la mía).
ResponderEliminarUn abrazo, y gracias por la visita.
Paris es una suma sin posibilidad alguna de resultado: un todo cifras; y eso, para "enfermitos" como usted y un servidor, de las cosas de la luz, es una tentación irresistible.
ResponderEliminarGracias, con su correspondiente y enorme abrazo.